Columna publicada en Excelsior, el 14 de mayo de 1984.
Por Manuel Buendía
El procurador general de la República y el secretario de la Defensa no deberían ignorar por mas tiempo la advertencia que hicieron desde marzo los nueve obispos del Pacífico Sur, respecto al significado político que puede tener el incremento del narcotrafico en nuestro país, especifícamente en los estados de Oaxaca y Chiapas.
Tal como lo plantean y como se desprende tambien de otras informaciones, este asunto involucra la seguridad nacional.
Los nueve dirigentes eclesiásticos coinciden con lo que saben otros observadores. Dicen que en este sucio negocio “existe la complicidad, directa o indirecta, de altos funcionarios públicos a nivel estatal y federal”.
Pero principalmente afirman que con el narcotráfico puede quedar comprometida la imagen exterior de México, “si como país, damos cabida a mafias internacionales, que van a terminar por inmiscuirse en nuestros asuntos patrios”.
Esto, el peligro de una “interferencia extranjera”, es subrayado por los obispos, que no hacen mas que recoger las preocupaciones de sectores sociales: “Tenemos el temor, no infundado, de que en México llegue a suceder lo que en otros paises hermanos, donde estas redes de narcotraficantes han llegado a tener influencia política decisiva”.
La lista de estos paises en donde los narcotraficantes han tenido “decisiva influencia política”, incluye no solo a Italia, sino a otros cercanos a nosotros geograficamente, y ligados por una complicada urdidumbre de relaciones.
Bolivia y Colombia son dos de estos paises. Colombia se halla actualmente bajo estado de sitio despues del asesinato del ministerio de justicia, liquidado por la omnipotente asociación de traficantes de drogas. Nadie ignora como en esos dos paises los estupefacientes y la política han ido muchas veces de la mano.
Pero es en Estados Unidos donde se da el fenómeno mas peligroso no solo para su propia sociedad sino para los paises del continente, especialmente México. El contubernio de políticos y miembros del crimen organizado -que incluye el comercio clandestino de enervantes- es cosa vieja en el esquema norteamericano, y un pilar para la ampliacion constante del mercado, que estimula en otros territorios, como el nuestro, la produccion.
La denuncia de los nueve obispos no parece exagerada al decir que existe para México el peligro de la interferencia extranjera en nuestros “asuntos patrios” por la via de las mafias internacionales. Mas bien se quedaron cortos. Ellos debieron haber sefialado que en México ya se dio el caso de que ciertos hechos políticos, en el pasado inmediato, fueran marcados por la influencia de un notorio traficante de narcoticos.
La corrupcion, que es un fenomeno esencialmente político, fue incrementada durante el sexenio pasado, en una medida de realidad incontrastable, por los intereses de ese traficante que ejercio su actividad casi a la luz publica.
Pero se puede hablar de hechos mas concretos. Por la cercania que tuvo con el Presidente de la Repiiblica, Arturo Durazo Moreno influyo en decisiones del gobierno como la represion contra supuestos enemigos, y tambien en algunos aspectos importantes de la information; o en la conducta de no pocos dirigentes sociales y de funcionarios que literalmente dependian de el para su provision de enervantes o para el mantenimiento de sus equipos de “seguridad”. Influyo tambien en la imagen exterior del pafs; por ejemplo, cuando fue necesaria la directa protection del Presidente para impedir un juicio de extradicion que las autoridades de Estados Unidos estaban dispuestas a fincar contra Durazo Moreno.
Dejo tan permeados los cfrculos oficiales Durazo Moreno, que el nuevo gobierno parece haber desistido ya de traerlo para que responda por una variedad de acusaciones penales. El miedo a su sola presencia en el pais, practicamente ha paralizado los esfuerzos para localizarlo y aprehenderlo.
Si se interroga a la Contraloría, esta se limita a decir que el asunto es competencia de la Procuraduría… la cual, por su parte, arguye que la precipitacion con que procedio la Contralorfa dio a Durazo la oportunidad de ponerse a salvo, casi definitivamente.
Pero con Durazo o no, la mafia internacional del narcotrafico ha incrementado evidentemente sus actividades en México, de 1982 a la fecha. Y esto, como señalan los nueve obispos, no se puede lograr sin complicidades internas.
No olvides mantenerte informado en El Independiente MX