Marko Cortés tiene ante sí un reto importante, el cual no tiene que ver con la próxima elección presidencial, sino con algo que a veces hace y otras no, con problemáticas consecuencias.
Como dirigente nacional del PAN, estuvo inmerso en el escándalo que rodeo la salida de Margarita Zavala y Felipe Calderón del partido, quienes fracasaron en su aventura electoral de 2018 y la creación de un nuevo partido.
Pero la sangría de militantes y el rechazo entre muchos simpatizantes a votar por el blanquiazul se notó en los números finales de los comicios de ese año.
A la vez, más recientemente, Cortés Mendoza logró que regresaran al partido figuras como Vicente Fox –que a la vista de lo que dice no es una gran reincorporación— o Ana Rosa Payán, algo que fue mostrado como parte de su talento político.
También los acercamientos que ha tenido con Eduardo Rivera en Puebla, son parte de esa parte positiva de su gestión, porque en dicha entidad es el prospecto más atractivo para la elección a la gubernatura próxima.
Pero por más acercamientos que ha tenido con la pareja Calderón-Zavala, logrando que Margarita se incorpore como diputada federal a la bancada panista, el resentimiento que le guarda Felipe –por lo que le hizo a su hermana Luisa María en la elección a gobernadora en la que ella participó— no será fácil de superar, y es el reto más importante que debe resolver si sigue empeñado en el discurso de unidad que enarbola.
Para estar al frente de un partido en el que buena parte de sus votantes son exigentes en materia de lealtades y traiciones, es fácil que no acudan a las urnas por detalles como el que comentamos, así que Marko tiene aún mucho trabajo por delante.
Y eso que no hablamos de la relación con Alito Moreno que causa muchas cejas levantadas en el blanquiazul.
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